jueves, 10 de febrero de 2011

CUBA Y EGIPTO, UNA MONEDA CON DOS CARAS


Con el paso acelerado del desarrollo mundial, las fronteras comerciales se acomodan a los nuevos tiempos. Los intereses políticos se ajustan a los niveles económicos, dejando a un lado la gallardía justiciera, para imponer subrepticias formas de justificar los crímenes, con la frase de moda: ´´políticamente correcto´´.

En el caso específico de Cuba, las arbitrariedades, que el sistema de ´´injusticia´´ impone, son ignoradas en el mundo. Es absurdo exigir a otros, lo que no somos capaces de gritar. Los cubanos, dentro y fuera de la isla, deberíamos analizar, con carácter lógico y simbología freudiana, qué nos obliga a mantener un status de moderación.

La increíble parsimonia, que ahuyenta cualquier posibilidad de reclamo, se enfrenta, en estos días, a la oportuna exclamación de libertad, que el pueblo egipcio grita en las calles. Treinta años de tiranía han impulsado a una demanda. Si usted, lector incansable de estas líneas, se detiene a pensar, por un momento, podrá preguntarse lo mismo que yo. Cuando, en 1981, Hosni Mubarak comienza su mandato, Cuba tenía 22 años, en su historia de opresión, de crímenes, de maltratos, de miseria.

A los egipcios les pareció, que treinta años fue demasiado tiempo, para callar. Los cubanos llevamos 52. ¡Qué pena!, ¿cuántos más faltarán? Lo cierto es, que si tomamos asiento, en esta aula gigante que es el Universo, podemos aprender una única lección: Nadie, ningún ser humano, se preocupará, por defender nuestra causa, si no alzamos los brazos, porque sólo entonces la voz nuestra hablará, a través de la ajena.

Con la muerte de Orlando Zapata Tamayo, la opinión pública se hizo notar, la presión internacional estaba presente. El silencio que marcha, con las Damas de Blanco, único grito, en este discurso, merece respeto a nivel mundial. Incitar a la lucha, desde este lado del mar, es irrespetar al hermano. Me pregunto por todos, por cada generación, y ya vamos por tres: ¿Qué nos pasó? O mejor, ¿qué sucede con mi pueblo, que siente las garras, sangra, llora y se deja dominar?

Cuba es un país en la sombra, desnudo de alma y reducido de espíritu.

Aquellos, que logramos balancearnos, entre la nostalgia y el dolor, pero poseemos la libertad de pensar y opinar, tenemos un doble deber, hablar por Cuba y propiciar las vías, para mostrarles un mundo, más allá de su encierro, abrir las mazmorras mentales.

Entendemos, que las carencias son tantas, y tan variadas, que su espíritu se alimenta de baratijas. Es difícil enseñar, al necesitado, que la libertad no se mide, por la suma de granos a comer, ni la ropa que se usa, sino por la relación, directamente proporcional, que existe, entre exigir los derechos y cumplir los deberes, que la sociedad impone. Cuba sólo será libre, cuando los cubanos, en pleno, reclamen su libertad.

Amelia M Doval

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dovalamela@yahoo.com

Miami, 09 de febrero del 2011.

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